Desde el surgimiento de la colonia, las familias de la élite limeña han sido muy selectivas en cuanto a la formación de sus grupos sociales. Su ascendencia “notable” los hacía sentirse superior frente al indio o cholo y al negro, marcaban un límite en cuanto a su acercamiento a ellos. Esto se podía evidenciar, por ejemplo, cuando se realizaba el cumpleaños de uno de los comerciantes más distinguidos de la Lima colonial, reunión en la que sólo asistían personas que gocen de sus mismas “condiciones” (una casa propia, holgura económica, e incluso en la mayoría por el apellido) y no los negro, quienes eran esclavos y a veces tratados como animales, ni muchos menos lo indios porque eran considerados como obreros y campesinos sin educación ni formación.
En la actualidad, ocurre algo parecido, aunque muchos de nosotros no aceptemos ese racismo, en algunos “inconsciente” y en otros “consciente” sigue siendo aún muy frecuente, y es que ese prejuicio de considerar que algunas razas son superiores a otras, para un país cuyo objetivo es buscar la homogeneidad en igualdad de oportunidades resulta contradictorio. Veamos un ejemplo, muchos de nosotros vamos a discotecas, clubes, entre otros centro de recreación y quienes somos más perspicaces, hemos podido encontrar una típica frase sea en la entrada del local o en una tarjeta la típica frase “nos reservamos el derecho de admisión”. No es acaso, una forma de tratar de excluir a esas personas que no pueden ser “admitidas” por factores que son explícitos.
El texto de Patricia Oliart, en su artículo “Poniendo a cada quien en su lugar: estereotipos raciales y sexuales en la Lima del siglo XIX,” nos muestra una descripción de los prejuicios que tenían los limeños o criollos de la colonia. Sustentaban que nuestro país debería buscar el “blanqueamiento” mediante la migración europea, pues la pertenecer a la raza blanca significaba ser superior frente a otras sociedades, culturas, etc.(2004: 78) Todo esto va ligado a los anuncios publicitarios que muchas empresas dedicadas a la moda, venta de bebidas alcohólicas, autos, etc. que presentan la imagen de una persona de tez blanca, cabello castaño, de “buena presencia”, y a su lado una mujer casi con las mismas características . Por otro lado, Oliart en su texto revela la idea que los europeos tienen acerca de los limeños de aquel entonces. Las características: flojo, inútil, falta de voluntad ante el trabajo, dificultad para asumir responsabilidades, gusto por el ocio, etc. forman parte de ese concepto que los europeos de esa época tenían de la “gran élite limeña.” Resulta gracioso e incluso irónico que los europeos cataloguen a los pobladores de la colonia con esos términos, siendo ellos el estereotipo al que quieren llegar.
Asimismo, la sociedad actual se ha visto influenciada por esos estereotipos que siguen vigentes. Sólo quienes se aproximen a las características de quienes aparecen en anuncios publicitarios son, en la mayoría, los que se sienten superiores frente a alguien que se aleje a dicho estereotipo. Marginaciones en discotecas, clubes, restaurantes, entre otros que son definidas omniscientemente como de clase “A” no permiten, generalmente, el ingreso a personas con rasgos andinos o afroamericanos pues consideran que si se les permite el ingreso su nivel o estrato social se vuelve inferior.
Finalmente, es triste aceptar que un país como el nuestro, con gran diversidad racial, siga “cargando sobre su espalda” esa herencia nociva para nuestra realidad social actual, porque lo único que generó, genera y generará será la división y el resentimiento entre una sociedad que cuyo objetivo se debe ver orientado por la búsqueda de una igualdad de oportunidades y la unión pacífica y armoniosa de todas las razas que cohabitan en nuestro país.
En la actualidad, ocurre algo parecido, aunque muchos de nosotros no aceptemos ese racismo, en algunos “inconsciente” y en otros “consciente” sigue siendo aún muy frecuente, y es que ese prejuicio de considerar que algunas razas son superiores a otras, para un país cuyo objetivo es buscar la homogeneidad en igualdad de oportunidades resulta contradictorio. Veamos un ejemplo, muchos de nosotros vamos a discotecas, clubes, entre otros centro de recreación y quienes somos más perspicaces, hemos podido encontrar una típica frase sea en la entrada del local o en una tarjeta la típica frase “nos reservamos el derecho de admisión”. No es acaso, una forma de tratar de excluir a esas personas que no pueden ser “admitidas” por factores que son explícitos.
El texto de Patricia Oliart, en su artículo “Poniendo a cada quien en su lugar: estereotipos raciales y sexuales en la Lima del siglo XIX,” nos muestra una descripción de los prejuicios que tenían los limeños o criollos de la colonia. Sustentaban que nuestro país debería buscar el “blanqueamiento” mediante la migración europea, pues la pertenecer a la raza blanca significaba ser superior frente a otras sociedades, culturas, etc.(2004: 78) Todo esto va ligado a los anuncios publicitarios que muchas empresas dedicadas a la moda, venta de bebidas alcohólicas, autos, etc. que presentan la imagen de una persona de tez blanca, cabello castaño, de “buena presencia”, y a su lado una mujer casi con las mismas características . Por otro lado, Oliart en su texto revela la idea que los europeos tienen acerca de los limeños de aquel entonces. Las características: flojo, inútil, falta de voluntad ante el trabajo, dificultad para asumir responsabilidades, gusto por el ocio, etc. forman parte de ese concepto que los europeos de esa época tenían de la “gran élite limeña.” Resulta gracioso e incluso irónico que los europeos cataloguen a los pobladores de la colonia con esos términos, siendo ellos el estereotipo al que quieren llegar.
Asimismo, la sociedad actual se ha visto influenciada por esos estereotipos que siguen vigentes. Sólo quienes se aproximen a las características de quienes aparecen en anuncios publicitarios son, en la mayoría, los que se sienten superiores frente a alguien que se aleje a dicho estereotipo. Marginaciones en discotecas, clubes, restaurantes, entre otros que son definidas omniscientemente como de clase “A” no permiten, generalmente, el ingreso a personas con rasgos andinos o afroamericanos pues consideran que si se les permite el ingreso su nivel o estrato social se vuelve inferior.
Finalmente, es triste aceptar que un país como el nuestro, con gran diversidad racial, siga “cargando sobre su espalda” esa herencia nociva para nuestra realidad social actual, porque lo único que generó, genera y generará será la división y el resentimiento entre una sociedad que cuyo objetivo se debe ver orientado por la búsqueda de una igualdad de oportunidades y la unión pacífica y armoniosa de todas las razas que cohabitan en nuestro país.
Tienen buenos contenidos en sus distintos artículos, pero cuiden el tema de las citas!!..les recomiendo usar el sistema de colocar la referencia de la cita entre paréntesis, tienen que poner solamente (autor: año de publicación: número de página) esa es la forma correcta. Luego tiene que aparecer la bibliografía con la referencia completa de la obra, al final de cada artículo.
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